Ser científico en nuestro país es no tomar el camino fácil. Contribuir al conocimiento y ayudar a forjar avances que tengan un positivo impacto social, son objetivos que requieren un esfuerzo académico y personal muy demandante. Esto último, no ha sido mayormente entendido por la sociedad en general, lo que ha convirtiendo a Chile en un país con una falta latente de políticas públicas asociadas a la investigación científica. En ese camino, y desde las primeras creaciones de las Facultades de Ciencias -en la década de los sesenta-, la investigación se ha asociado fuertemente con el rol académico. De hecho, muchos de los equipos de investigación actuales se sitúan en las universidades, compartiendo dicho rol con la docencia y –muchas veces– con tareas administrativas.

Durante las últimas décadas en Chile, la ciencia ha ampliado sus horizontes, y ya sea por interés, o muchas veces, por necesidad de crecimiento y mejores condiciones laborales, hay científicos que se han acercado al mundo empresarial con el propósito de generar –a través de sus conocimientos– productos y servicios  que puedan ser transables en el mercado, con el objetivo de contribuir a la calidad de vida de la población nacional y mundial.

Una de las principales representantes de esta generación de investigadores ligados al mundo de la empresa, es la Dra. María Inés Becker, quien es Bióloga y Doctora en Biología Celular de la Universidad de Chile.

La Dra. Becker ha desarrollado investigaciones en el campo de la Inmunobiotecnología, específicamente en anticuerpos para diagnóstico y adyuvantes e inmunoestimulantes para vacunas, con respaldo en publicaciones científicas y patentes de invención. Entre los años 1989 y 1996 se desempeñó como Director Científico y Jefe del Laboratorio de Inmunología de Bios Chile I.G.S.A. En 1992 fue socia fundadora de Biosonda SA., donde –hasta hoy– se desempeña como Directora de Investigación.

Es Profesor Adjunto de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Chile y miembro del Claustro del Doctorado en Bioquímica de la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas de dicha universidad. En 2006, crea la Fundación Ciencia y Tecnología para el Desarrollo (FUCITED) y –actualmente– preside su directorio.

Su carisma, entusiasmo y profesionalismo, le han abierto diversas puertas en diferentes plataformas profesionales, siendo capaz de liderar equipos y proyectos (FONDECYT, INNOVA-CORFO, Fundación COPEC-PUC), enfocados –primordialmente– en la Inmunología.

Durante los dos últimos años la Dra. Becker se desempeñó como revisora de proyectos en el comité de Biología 2 de FONDECYT, lo que la mantuvo muy ocupada, pero nunca alejada de una de las cosas que más le agrada hacer, leer poesía. 

A continuación la entrevista que la Sociedad de Biología de Chile realizó a la Dra. María Inés Becker.

¿Cómo llega a la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile?

Primeramente comentarle que yo soy hija de la educación tradicional y gratuita que había en el Chile de antaño, fue entonces cuando comencé mis estudios en una escuela pública y luego, me trasladé al Liceo Número 1. Posteriormente comencé a estudiar Licenciatura en Ciencias con mención en Biología en la Universidad de Chile, cuando la carrera duraba 7 años era muy larga y exigente–. Una vez acabados mis ramos, hice mi tesis de pregrado con el Dr. Luis Izquierdo, quien, como mentor, influyó mucho en mi vida profesional y personal. El tema de la tesis fue enfocado en el campo de la Biología del Desarrollo.

Usted junto al Dr. Izquierdo, durante la investigación de su tesis, desarrollaron investigación asociada al proceso de diferenciación de células en un modelo de embrión preimplantacional ¿Cómo fue este proceso, y qué resultados se obtuvieron de dicho trabajo?

Fue un trabajo muy acucioso y a la vez apasionante, ya que una vez que ocurre la fecundación y se genera la mitosis, son muy pocas las células que dan origen al embrión y a los anexos embrionarios. Entonces junto con el Dr. Izquierdo nos preguntamos ¿cómo se diferencian los dos primeros tejidos del embrión? Y también ¿qué células forman el embrión mismo y cuales el trofoblasto (parte de la placenta)?

Si bien, el análisis podía parecer simple, nos dimos cuenta de que no era así, ya que en esas pocas células ocurren todos los procesos y todos los mecanismos complejos de un organismo más diferenciado, ya sea proliferación, expresión génica diferencial, e información posicional, entre otros.

Fue entonces cuando nos dimos cuenta que estábamos frente a una gran incógnita, lo que volvía a la situación algo más alucinante. Y a eso se le sumaba que el Dr. Izquierdo era una persona muy carismática, muy apasionada, y además muy interesada en la figura de la universidad como una institución que dirige el saber. El tema me fascinó, y a raíz de esa investigación, lo que pensamos en ese momento era que en la superficie de estas pocas células existían moléculas que se expresaban diferencialmente, las cuales le daban información para que fuesen un tipo de tejido u otro. Pero ¿cuáles eran esas moléculas?

Lo cierto es que no se habían descrito, y ya por esa época, apareció una tecnología que sin duda se transformó en uno de los pilares de la biotecnología moderna, que es el desarrollo de anticuerpos monoclonales.

Estos anticuerpos permiten identificar, en una molécula, una parte específica de la misma. Así que pensamos que para identificar estas moléculas podríamos hacer anticuerpos monoclonales, y seguirlas en el conjunto de células, para observar–finalmente– qué destino tomaban.

¿Fue así como comenzó su carrera en la inmunología?

Así es, sin embargo, en esa época no existía la Inmunología básica o aplicada–al menos en Chile– y la persona que trajo al país esa metodología fue el Profesor Alfredo De Ioannes. Me fui a su laboratorio para desarrollar anticuerpos monoclonales contra estas moléculas de superficie embrionaria y en el camino aprendí a desarrollarlos. Con el tiempo me di cuenta que para llevar a cabo dicha tarea había que entender, desde el punto de vista del sistema inmune, lo que uno estaba haciendo; ese pensamiento, me llevó a estudiar Inmunología. En el camino logré, con bastante dificultad, desarrollar mi tesis doctoral, porque no sabíamos cuáles eran dichas moléculas.

Ahora bien, la “gracia” de este proceso fue el que se lograran, por ejemplo, obtener anticuerpos que reconocieran sub-poblaciones de linfocitos (CD4 y CD8), sin haber purificado siquiera las moléculas específicas de cada uno de ellos.

Después de mucho tiempo finalicé mi tesis doctoral en 1988. En ese momento, al interior de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, trabajaba como instructora, participaba en los trabajos prácticos y ayudaba en docencia, fue entonces cuando hablé con el Dr. Izquierdo, y le comenté mi requerimiento de que me ascendieran a la categoría inicial de profesor, que es el grado de adjunto, y en ese momento, me dicen que no puedo tener un grado de profesor mientras no demuestre que puedo llevar una línea de investigación independiente a la del Dr. Izquierdo. Eso para mí fue una situación fuerte, ya que sentí que no se reconocieron mis méritos, pero también me abrumé, porque económicamente, con una familia de 5 hijos no se hacía sostenible mi situación laboral.

En 1982 sale un aviso de media plana en El Mercurio de la época, el cual llamaba a trabajar en una Empresa de Biotecnología, lo que para el Chile de la época era totalmente inusual, causando un revuelvo tremendo, ya que la palabra biotecnología prácticamente no existía en mi facultad  entre los años 70 y 80´s, siendo que en esa época ya se había generado la primera vacuna recombinante para la Hepatitis B en Estados Unidos–en el hemisferio norte la biotecnología tenía un desarrollo inminente–.

¿Cómo se origina su llegada a Bios Chile (actual Grupo Bios)?

A raíz de ese llamado se crea la primera empresa de biotecnología en Chile, llamada Bios Chile (1982), cuyos fundadores fueron los Dres. Pablo Valenzuela, el empresario José Condner y otros tres profesores de la Universidad Católica, entre ellos: Alfredo De Ioannes, Alejandro Venegas y Arturo Yudelevich.

Alfredo (en esa época ya convertido en mi esposo) comienza a participar de la formación de Bios Chile, en una casa adaptada como laboratorio –yo muchas veces le fui a ayudar–.

En 1989 Bios Chile era una empresa bastante constituida, y justo calzó con la finalización de mi doctorado, que la empresa quería desarrollar productos biotecnológicos en el área de salud humana, principalmente dirigidos a diagnóstico clínico. Una de las precisiones que se hicieron, fue que uno de estos productos de carácter masivo en los cuales se tenía interéseran los anticuerpos monoclonales, que en ese momento, ya se usaban para tipificar los grupos sanguíneos humanos. Fue como, Bios Chile, decide que tenía que contratar un Doctor en Ciencia para desarrollar el proyecto, y que aceptara el desafío de generar un producto biotecnológico masivo.

En ese entonces, la única empresa en el mundo que producía estos monoclonales tipificadores era Ortho Clinical Diagnostic (subsidiaria de Johnson & Johnson), por lo que era todo bastante monopólico. Me llamaron al concurso justo cuando en la facultad me dicen que no podía ascender, y me ofrecieron la oferta desde Bios Chile. Fue el minuto más decisivo de mi vida, ya que yo venía de una burbuja bastante purista, la cual no concebía la figura de un científico interesado en ganar dinero o en generar vínculos con la empresa. Cuando yo opino que, muy por el contrario, el científico tiene las mismas responsabilidades que cualquier otro ciudadano, entre ellas: mandar a los hijos al colegio, pagar cuentas, etc. En ese escenario, tenía que tomar la mejor opción.

Finalmente tomé la decisión y bueno, ahí enfrenté un prejuicio enorme, aparte de ello, tenía que comunicarle la decisión al Dr. Izquierdo, para el cual fue un golpe fuerte. Así que fue una situación dura. Sin embargo, hoy con los años reafirmo mi decisión, ya que me di cuenta de algo clave que hasta el día de hoy rescato de la Biotecnología, y es el hecho de poner al alcance de toda la sociedad, productos de diagnóstico y de la medicina, que anteriormente eran solo de acceso para las elites.

 

¿Cómo fue el cambio desde la facultad a Bios Chile?

El cambio de la facultad a Bios Chile me tomó un tiempo, ya que uno estaba acostumbrado a buscar protocolos en papers y tomarse su tiempo para sacar cualquier tipo de conclusión, en cambio, los desarrollos en Biotecnología siempre involucran investigación y da lo mismo si es básica o aplicada, lo importante es que sea una buena investigación, pero uno debe ser capaz de lograr desarrollos de excelencia en tiempos más acotados. Sin embargo, haber sido pupila del Dr. Izquierdo me dejó una muy buena ética de trabajo, la cual se vincula con la rigurosidad y la buena calidad de la investigación.

¿Les resultó un desafío esta producción de tipificadores sanguíneos a partir de monoclonales?

Fue complicado el desarrollo, ya que como los monoclonales ven algo específico en la molécula, y como en los grupos sanguíneos A o B hay subgrupos, que son pequeñas variaciones, entonces los monoclonales ya no la ven.

Por ejemplo, para desarrollar el reactivo anti A nos demoramos 5 años, ya que tuvimos que hacer muchos tipos de inmunizaciones, con muchos tipos de antígenos que llevaban la sustancia A para finalmente obtener esos reactivos. Y como nuestro control positivo era el reactivo de Orthoque –por cierto– ya estaba siendo comercializado, nuestro producto debía ser igual o mejor. Fue toda una compleja investigación en variados ámbitos, a los que se sumó el hecho de que en Chile no había en esa épocaconocimiento de desarrollar productos de este tipo, menos para diagnóstico clínico humano.

Fue entonces cuando luego de estos 5 años llegó el momento de hacer una prueba de campo,  porque dentro de lo grupos y subgrupos hay frecuencias de 1 en 100.000 o 1 en 200.000, entonces con las muestras que nos llegaban a Bios Chile, no podíamos cubrir toda la variabilidad de los grupos A o B. Fue entonces cuando fuimos al Instituto de Salud Pública (ISP), y en ese momento (año 1992-93), no había información sobre monoclonales de parte de ellos. Entonces, y de la mano de nuestros conocimientos, logramos hacer pruebas de campo, gracias a la colaboración de los Bancos de Sangre de hospitales como El Salvador y Barros Luco, y con el apoyo de la Dra. Marcela Contreras, quien apoya al Ministerio de Salud en el área de los Bancos de Sangre–en ese momento, la Dra. Contreras, dirigía el Servicio Nacional de Transfusión Sanguínea en Londres, y le mandé los reactivos que teníamos, los evaluó, y encontró que estaban perfectos–. Dimos así, el puntapié inicial a este producto y democratizamos de alguna manera el uso de este tipo de reactivos tipificadores.

De forma paralela, logramos hacer un paper con uno de nuestros desarrollos, pudiendo unir los dos mundos, por un lado la creación de un producto, pero también la parte innata del científico, que es comunicar su aporte al conocimiento, escribiendo un paper.

El inicio de Biosonda:

Junto a Alfredo nos interesamos por crear algo propio. Si bien no contábamos con mucho capital y además teníamos 5 hijos, nos apasionó el desarrollo de otros ámbitos de la Biotecnología, así que tomamos la decisión de formar Biosonda.

Buscamos un área distinta que tuviese un campo de desarrollo potente en el mundo y así fue que llegamos a los inmunoestimulantes y a los ayudantes que se usan en vacunas. Nos involucramos en esa área, ya que teníamos los conocimientos sobre todo Alfredo que se formó en la materia cuando hacía su posgrado en California–. Allí, descubrió que las hemocianinas se usaban en Biotecnología y en vacunas como carrier para producir anticuerpos contra sustancias que, por sí solas, no los producen.

En ese momento, se usaba una sola hemocianina derivada de una lapa de las costas de California (KLH). Nuestro planteamiento fue que ¿cómo en Chile país con bastas costas no hubiese algo que tuviese las mismas propiedades? Así fue como Biosonda extrae la Hemocianina del Loco, lo cual era buen carrier para la generación de monoclonales.

Al principio, con 10 locos teníamos para la producción interna, sin embargo, Alfredo siempre fue muy inquieto en los negocios, y gracias a esa característica de su personalidad, asistió a una reunión con la reconocida empresa Pierce Chemical Co. Y el tema de la reunión fue que la hemocianina (KLH) era carísima y además estaba escasa en Estados Unidos. Frente a esta problemática, Alfredo les comentó que en Chile existía una empresa que hacía el producto (1999), y concretaron la recepción de una muestra por parte de Biosonda.  Alfredo llegó a Chile con la tremenda noticia y enviamos una muestra a Estados Unidos, pasó el tiempo y nos llegó un correo que decía que la Hemocianina del Loco (cuya estructura vista al microscopio electrónico se muestra en la foto) había pasado todos los controles de calidad, y nos solicitaron el primer envío, pero en una cantidad que superaba casi diez veces nuestra producción. Fue así que tuvimos una alegría enorme, pero también un gran desafío por delante.

Finalmente patentamos nuestro producto como la Proteína Blue Carrier. En el camino, producir esta proteína nos ha llevado  a estudiarla, a descubrir otras más inmunogénicas como la de la Lapa negra y a tratar de descifrar como ejercen su efecto inmunoestimulante sobre los mamíferos.  Investigaciones que han contado con la participación entusiasta y generosa de numerosos colegas y también de estudiantes de pre- y pos-grado que han realizado su tesis en Biosonda y FUCITED, permitiéndonos aportar a nuestro país en diferentes ámbitos, lo cual me hace sentir agradecida y muy afortunada.

Fuente: 4ID/CONGRESS, Todos los derechos reservados. ®
Periodista: Patricio Grunert Alarcón. ®

Para ser reproducida rogamos contactar a: support@4id.cl o patricio@4id.cl
Citar como fuente a: 4ID/CONGRESS ® / Patricio Grunert Alarcón, Todos los derechos reservados. ®