Durante los últimos días hemos sido testigos de cómo los medios de comunicación han dado una preponderancia inusual a la necesidad de vacunarse frente a un futuro y posible brote de influenza. Si bien, año a año, las campañas se hacen presentes, han sido pocas las ocasiones en las que el mensaje se ha dado con esta prioridad. Esta especial motivación para que  la ciudadanía se vacune, se relaciona con lo ocurrido en el lado norte del mapa, donde las tasas de enfermos y fallecidos por el virus influenza A H3N2 han sido considerablemente mayores durante la temporada, en comparación con otros años.

Hay quienes adjudican esta epidemia a factores como el frío y las crudas condiciones climáticas que enfrentaron los países del Hemisferio Norte; sin embargo, el principal factor de la magnitud de las epidemias por este agente infeccioso, es su conocida facilidad para cambiar, por lo que las vacunas existentes, aunque generen una respuesta de anticuerpos que reconocen a los virus contenidos en ella, no identificarán a uno que sea distinto. He ahí la complejidad.

Recogiendo estos antecedentes, tanto la comunidad médica como la científica, han realizado un potente llamado a la población, para que se vacunen sin importar el rango etario, puesto que esto previene el desarrollo de potenciales cuadros graves, que en algunos casos, podrían desencadenar una neumonía e incluso, la muerte.

Para aclarar ciertos aspectos vinculados con el virus influenza y las medidas preventivas que se deben tomar ante este agente infeccioso, la Sociedad de Biología de Chile conversó con la Dra. Vivian Luchsinger Farías quien es médico, doctor en ciencias e investigadora del Programa de Virología del Instituto de Ciencias Biomédicas (ICBM), Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.

¿Cómo actúa el virus de la influenza? Y ¿Cuán complejo es?

Primero es importante aclarar que hay tres tipos de virus de influenza (A, B y C), y dentro de ellos, existen también varios subtipos, los cuales están determinados por las distintas proteínas presentes en su superficie, las que varían con mayor frecuencia en el caso del virus influenza tipo A. La implicancia de esto recae en que si tenemos anticuerpos contra el subtipo A H1N1 no reconocerán y por ende, no contrarrestarán la infección si estamos en presencia de un virus A H3N2. Estas diferencias no son ajenas al virus influenza, puesto que su variabilidad es una propiedad natural de ellos.

¿A qué se debe esta variedad?

Se debe fundamentalmente a su estructura biológica, tanto al tipo de ácido nucleico como a la forma en que se replica.

En este sentido, este tipo de virus siempre está variando, porque la enzima que replica al ácido ribonucleico (el genoma de este virus) lo hace de manera errónea, equivocándose al originar nuevas copias para crear “virus hijos”. Es así como cada virus descendiente puede tener diferencias con el virus “madre”. Además, los cambios se favorecen con la fragmentación que posee el genoma de estos virus, de forma tal, que cuando un animal se infecta con diferentes cepas de  influenza al mismo tiempo, como puede ocurrir en el cerdo, durante la replicación de los virus se produce lo que llamamos un reordenamiento, generando nuevas partículas virales diferentes porque poseen fragmentos del genoma viral de distintos orígenes. Ambos hechos determinan la  capacidad natural de cambios constantes  de los virus influenza.

¿Es recomendable siempre estar alerta frente a la influenza?

Siempre hay varios subtipos de virus influenza circulando, por lo que hay que estar pendiente. No es que un año ataque solo un tipo de influenza, hay una mezcla latente.

Bajo ese escenario, cuando ocurre un cambio grande en uno de los tipos de virus que conocemos, causando la aparición de un agente  muy diferente, estamos en riesgo de una pandemia, puesto que aunque tengamos anticuerpos contra esas cepas anteriores, no serán eficaces frente a las nuevas. Esto grafica lo que pasó en el año 2009 con la influenza A H1N1. En este último caso, el nuevo virus era un  triple reordenante, con  fragmentos del genoma provenientes de tres diversos orígenes (ave, cerdo y humano), por lo que fue un virus muy distinto a los previos, y por ello la gente no estaba inmunizada, por el contrario, estábamos  susceptibles.

Vigilancia mundial

Existe una vigilancia a nivel mundial para saber qué virus están circulando y en base a ella, se define cada año qué cepas virales estarán en la vacuna, por ello es tan necesario inmunizarse anualmente, dado que la fórmula de la vacuna puede ser diferente cada periodo. El gobierno prioriza la entrega de vacunas a aquellas cohortes de la población con mayor riesgo, tales como: embarazadas, adultos mayores, lactantes o quienes tengan una enfermedad de base, ya que ellos pueden desarrollar una neumonía y requerir hospitalización. Sin embargo, esto no exime la recomendación de vacunarse a todas las personas, de todo rango etario.

¿Por qué este año las alarmas en cuanto a la importancia de vacunarse han sonado con más fuerza?

Este año la epidemia en el Hemisferio Norte fue mayor que en otros periodos, esto de acuerdo a lo indicado por las cifras del Centro Para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, el cual mostró un mayor porcentaje de enfermos con complicaciones por influenza, y también un alza en el número de muertes producidas por el virus.

Con estos antecedentes, el llamado es que la sociedad se vacune, porque es esperable que en el Hemisferio Sur pase lo mismo. Aunque no es una correlación establecida, de todas formas, es conveniente vacunarse año tras año.

¿Cómo se compone la vacuna contra la influenza?

La vacuna contiene proteínas de los virus, lo que nos permite desarrollar anticuerpos para defendernos de la infección. Éstas, por definición, contienen 3 o 4 cepas virales (proteínas de 3 o 4 virus). Por otro lado, y como la vacuna no tiene virus capaces de infectar, no hay posibilidad de que las personas se enfermen por esta fuente, ya que los virus no están completos. Lo que podría pasar es que el antígeno, al ser una proteína extraña al organismo, produzca fiebre y/o hinchazón en el lugar de la inyección, mas es algo leve y pasajero. Las vacunas contra influenza no causan esta enfermedad.

¿Cómo estamos posicionados actualmente versus décadas atrás en aspectos de protocolos de salud e investigación científica asociadas con el virus de la influenza? ¿Hemos avanzado?

Por supuesto que se ha avanzado. Primero que todo, se dispone de la vacuna. Además han surgido otras vacunas que pueden ser incluso más seguras que la actual, la que se produce en huevo, dando espacio a que muchas veces, incluso después del proceso de purificación, puedan quedar algunas proteínas del mismo que generen potencialmente algún tipo de alergia. En ese sentido, se están ensayando nuevos procesos de producción, en matrices distintas, incluso más seguras que el huevo. A la vez, disponemos de antivirales contra el virus de la influenza, y eso antes no lo teníamos.

Este último punto es clave, y para que sea efectivo el antiviral, tiene que ser administrado prontamente, porque el virus es capaz de replicar muy velozmente, y si  bien el antiviral inhibe el proceso, si se suministra cuando las células ya están replicando el virus, llega tarde para realizar su labor. Es por ello que la indicación es suministrar el antiviral durante los primeros dos días después del comienzo de la enfermedad.

¿Cuál es su proyecto de investigación actual? ¿En qué línea está enfocada y cómo se une con el estudio de la influenza?

En mi proyecto de investigación FONDECYT actual, estudiamos adultos con neumonía adquirida en la comunidad (por ejemplo: que se infectaron en la casa o el trabajo), y una de las causas es el virus influenza. En ese sentido, y dado que en proyectos previos observamos que los virus son importantes, estamos enfocados en analizar la respuesta inmune de las personas, la cual  pudiese explicar por qué hay quienes no desarrollan una enfermedad grave versus otros que si lo hacen, aun no teniendo factores de riesgo previos. En este proyecto tratamos de encontrar algún marcador, derivado desde algún parámetro de respuesta inmune, que pronostique cómo se desarrollará el cuadro después del contagio con el virus para determinar si presentará una enfermedad grave o no, de esta manera, y si logramos encontrar dicho marcador, podríamos eventualmente analizar si hay que hospitalizar o no al paciente.

Fuente: 4ID/CONGRESS, Todos los derechos reservados. ®
Periodista: Patricio Grunert Alarcón. ®

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