La investigadora Ulrike Kemmerling participó en una colaboración latinoamericana para crear el primer mapa genético de la placenta humana. Así, busca descubrir qué genes serían claves para proteger a los recién nacidos de contraer la enfermedad de sus madres.

Su origen remonta al año 1909, cuando el médico brasileño Carlos Justiniano Riveiro das Chagas descubrió la enfermedad parasitaria que más tarde llevaría su nombre. Hoy, 110 años después, el mal de Chagas sigue siendo un grave problema de salud pública: según la Organización Mundial de la Salud, hay unos 18 millones de personas infectadas con ella en Latinoamérica. Solo en Chile, a la fecha, ya se han detectado más de 142 mil individuos con la patología, sin contar los múltiples infectados que ignoran ser sus portadores. Ésta puede permanecer durante años en el organismo y, ya en su estado crónico, provocar problemas a largo plazo en el sistema nervioso central, además de inflamación cardiaca y arritmias, dilatación progresiva del esófago y pérdida de la movilidad del colon.

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