La falta de agua para el riego de las plantaciones agrícolas en Chile es una realidad que está viviendo el rubro hace ya varios años. Según antecedentes entregados por los documentos de la Política Nacional para los Recursos Hídricos firmada en el año 2015, Chile posee un déficit de agua de 82,6 m3/s, el cual aumentará a 149 m3/s al año 2030 (recursos_hidricos.pdf (interior.gob.cl). Además, la Organización de Naciones Unidas predijo que, para el año 2030, casi la mitad de la población mundial vivirá en terrenos con estrés hídrico (Naciones Unidas plantea la escasez hídrica como un desafío pendiente en Chile | Naciones Unidas en Chile).

Chile está entre las 20 naciones con mayor escasez de agua, y en el año 2019 cayeron solamente cerca de 66 mm de lluvias, lo que implica un 80% de déficit (Datos de Precipitación | Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia – CR2).

En este escenario, el Dr. Michael Handford, Profesor Titular del Departamento de Biología de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile y co-director del proyecto ANILLO: “Plant Abiotic Stress for a Sustainable Agriculture” (PASSA), financiado por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo del Ministerio de Ciencias, busca “desarrollar un biomodulador y promotor de crecimiento que incorpora moléculas y rizobacterias -algunas de ellas extraídas desde el desierto chileno- para combatir los efectos del cambio climático en plantas como el tomate. La iniciativa considera realizar ensayos con la formulación que incluya la mejor concentración de los componentes estudiados” (fuente: www.uchile.cl).

“La carencia de agua en zonas agrícolas está aumentando, produciendo que por ejemplo los viñedos vayan avanzando hacia el sur. Es por ello que no es raro hoy en día encontrar una viña en Valdivia o incluso más al sur. Esto no es solo complicado por la escasez hídrica en sí misma, sino también por la salinidad que se produce en el suelo, la cual es aumentada por la alta evaporación de agua que producen las altas temperaturas y que a su vez hace que las sales se concentren en las primeras capas de la tierra, capas en las que además se encuentran la mayoría de las raíces”, explica el Dr. Handford.

Lo que busca el investigador de la Universidad de Chile es hacer, de una manera sustentable, que las plantas sean más resistentes a esos estreses abióticos por medio de la interacción con biocompuestos antioxidantes. Así, el objetivo del proyecto es hacer que las plantas puedan sobrevivir en condiciones que son adversas en la actualidad y prepararlas para condiciones aún peores en el futuro.

“Yo creo que la población de agricultores está consciente de la carencia de agua que vivimos en la actualidad ya que lo ven a diario en la baja productividad de nogales, kiwis o tomates, por ejemplo. De hecho, me atrevería a decir que durante los últimos dos años se ha prendido una alarma que llama a ser precavidos con el uso de agua y a fomentar iniciativas científicas que busquen una solución sustentable frente a esto. En ese sentido, instancias como la COP-26 realizada en Glasgow el año pasado, o los informes que hace, demuestran que realmente es un problema y que llegó para quedarse”, finaliza el Dr. Handford.

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Periodista: Patricio Grunert Alarcón. ®

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