Cuando la Dra. Coralia Rivas, académica de la Universidad de Concepción, comenzó a estudiar la acción de la vitamina C en células tumorales, aún no se sabía cómo ésta ingresaba a la célula. Sin embargo, en el año 1993, junto a su esposo el Dr. Juan Carlos Vera y su equipo, demostraron el mecanismo con un exitoso manuscrito publicado en la prestigiosa revista Nature.

Para comprender la acción de la vitamina C, es importante tener claro que existen dos formas químicamente activas, una como ácido dehidroascórbico (DHA), en estado oxidado, y la otra como ácido ascórbico (AA), en estado reducido.  Este último estado, es el que generalmente conocemos en la sociedad, ya que es la forma estructural que se presenta en la naturaleza, en la sangre y dentro de la células.

En ese sentido, el ácido deshidroascórbico es trasportado por unos transportadores llamados GLUT, los mismos que transportan la glucosa. “Cuando volvimos a Chile, años 2000 – 2001, nuestro equipo descubrió que los transportadores específicos para la vitamina C reducida, llamados SVCT (el transportador de vitamina C, cotransportador de sodio/ascorbato), que fue descubierto por otro grupo de investigadores el año 1999 y que también fue publicado en la revista Nature, estaba localizado intracelularmente en las células tumorales y no en la membrana plasmática”, indica la Dra. Coralia Rivas, profesional experta en el área.

Lo interesante en este sentido, es que las células tumorales, generalmente sobrexpresan este transportador. De hecho, la Dra. Rivas y su equipo observaron que los transportadores GLUTs, en células normales, se presentaban en la membrana plasmática, al igual que las células cancerígenas, pero los transportadores SVCTs se encuentran dentro de la célula. “Luego de muchos estudios, en diferentes tipos de líneas celulares tumorales humanas in vitro, nos dimos cuenta de que este transportador estaba definitivamente dentro de ellas, y nada menos que en la mitocondria, pero no está presente en las células normales. Con este antecedente, pudimos concluir que, en las células tumorales, el transportador SVCT está siempre dentro de la célula, ya sea en la mitocondria o en menor porcentaje, en el retículo endoplásmico”, acota.

Los científicos quedaron impactados al observar que el transportador se ubicaba en la mitocondria de las células tumorales, esta impresión, en parte se debe a que es el lugar donde se genera el ATP (molécula que energiza a la célula). “Observamos que las células tumorales tienen una capacidad mucho mayor de acumular índices elevados de vitamina C, en comparación con las células normales. En ese plano, pudimos apreciar que el transportador SVCT estaba ubicado en la membrana interna de la mitocondria, por lo tanto, la vitamina C ingresa primero a la célula a través de los GLUTs, como DHA y reducida inmediatamente a AA en el citoplasma, para luego ser transportada en el citoplasma hacia el interior del organelo. Este proceso, aumenta la capacidad de supervivencia de las células cancerígenas frente a diversos ambientes prooxidantes. Por otro lado, se ha publicado anteriormente, que esta vitamina las fortalece, volviéndolas resistentes a tratamientos como la quimioterapia o la radioterapia”, explica la doctora en Ciencias de la Universidad de Concepción.

No satanizar la vitamina C

“La vitamina C no sabe que está haciendo algo que tal vez es dañino para nosotros, solo es ocupada como una fuente de energía, tal como pasa con la glucosa”, explica la Dra. Rivas frente al escenario en que se llegue al extremo de etiquetar el consumo justo de vitamina C como algo perjudicial.

En este contexto, la vitamina C es necesaria para nuestra sobrevivencia, y ni siquiera los pacientes que tienen cáncer debiesen dejar de consumirla, ya que, entre otras cosas, participa en la cicatrización de heridas, regeneración de tejidos y contribuye al sistema inmunológico. “La clave está en tomar lo que se necesita, o sea, no más de 100 mg. diarios”, señala la Dra. Rivas.

Sin embargo, y según la académica: “El problema es que algunos médicos tratan a los pacientes de cáncer con vitamina C de manera endovenosa, y frente a este punto, existe una tremenda controversia, ya que no se han observados resultados positivos concluyentes. Por otro lado, la ingesta de mega dosis de vitamina C no sirve de mucho, ya que se necesita una concentración determinada, 80-100 mg diarios, para cubrir las necesidades del cuerpo. Si hay mayor cantidad que la requerida, los transportadores se saturan y el excedente se elimina por las excreciones o la orina”, enfatiza.

Es así como un paciente con cáncer debería consumir la dosis necesaria de vitamina C al día, distinto es el caso de los deportistas de alto rendimiento, ya que sus necesidades energéticas son diferentes, y deben ser monitoreadas por un equipo especializado. Lo importante es seguir investigando para dilucidar exactamente cual es el rol de ésta vitamina en cáncer.

Por otro lado, y de cara a los desafíos que plantea la continuación de esta investigación, la Dra. Coralia Rivas explica que: “Nos gustaría crear un kit que pudiese detectar tempranamente si la persona tiene el transportador SVCT2 en la mitocondria, para determinar si podría desarrollar un cáncer o no.  Inhibir el trasportador y suspender su entrada a la mitocondria es un camino”, finaliza.

Fuente: 4ID/CONGRESS, Todos los derechos reservados. ®
Periodista: Patricio Grunert Alarcón. ®

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