Los pacientes que realizan ejercicio físico y mental constantemente presentan un declive cerebral más lento y funcionan dos veces mejor en comparación con los más sedentarios.

Por Janina Marcano 
Son varios los estudios sobre demencias que han sugerido lo mismo: el ejercicio físico y mental se asocia a un menor riesgo de algunas de estas enfermedades.
Ahora, un nuevo trabajo arroja otra buena noticia: hacer actividad física y mantener la mente activa se relaciona con un deterioro cognitivo más lento en personas con demencia frontotemporal, incluso en quienes están predispuestos a padecerla debido a sus genes.
La demencia frontotemporal es un grupo de enfermedades parecidas al alzhéimer que afectan la personalidad, el comportamiento y el habla. Otra de sus características es que aparecen de forma temprana, entre los 45 y 65 años.
La nueva investigación, dirigida por académicos de la Universidad de California, en San Francisco, encontró que personas con la enfermedad que eran genéticamente vulnerables a ella, pero que realizaban ejercicio físico y mental, presentaban un declive cognitivo mucho más lento y funcionan dos veces mejor en comparación con pacientes sedentarios.
“Es posible que no haya una trayectoria predestinada cuando se trata de la salud del cerebro”, comenta a “El Mercurio” Kaitlin Casaletto, profesora de neurología en la Universidad de California, quien lideró el estudio.


“Nuestros resultados respaldan la idea de que incluso personas con un riesgo muy alto de demencia, debido a sus genes, pueden mejorar su salud cerebral con cambios en el estilo de vida”, dice Casaletto, cuyo trabajo se publica hoy en la revista Alzheimer’s & Dementia.
Allí el grupo investigador describe cómo estudiaron a 105 personas con mutaciones genéticas que los predisponen a la demencia frontotemporal y que ya presentaban signos de la enfermedad.
A todos les realizaron encuestas sobre sus hábitos de ejercicio físico y mental y fueron sometidos a escáneres para ver la progresión de la patología.
Después de dos años de evaluaciones, estas arrojaron que el deterioro cognitivo fue 55% más lento en los pacientes más activos en comparación con los menos activos. Además, los primeros se desempeñaron dos veces mejor en distintos tipos de pruebas.
Según Casaletto, estudios anteriores sugieren que casi cualquier actividad física puede beneficiar, desde caminar hasta realizar ejercicio aeróbico vigoroso, como nadar o andar en bicicleta. Respecto de la actividad mental, la ciencia es menos concluyente, asegura.
Sin embargo, es probable que realizar actividades enfocadas en la toma de decisiones, como armar rompecabezas o practicar un deporte, sean de utilidad. Es lo que comenta Álvaro Ardiles, Investigador del Centro de Neurociencias de la Universidad de Valparaíso.
“La demencia frontotemporal afecta el lenguaje y la toma de decisiones, entonces se cree que ejercitar las estructuras del cerebro relacionadas con esas funciones sería positivo”, explica el académico.
Los mecanismos por los cuales estos hábitos parecen ayudar es algo que los científicos aún están estudiando, pero Casaletto dice que hoy se tienen algunas pistas.
“En humanos, se ha visto que a mayor actividad física y cognitiva hay mayor materia gris y mejores conexiones en la materia blanca, lo que está relacionado con mejor desempeño cognitivo”, cuenta.
Y puntualiza: “Lo que esperamos es que nuestros resultados le hagan entender a la gente que ellos tienen mayor control de su cerebro del que se imaginan”.

Leer en El Mercurio

Fuente: https://cinv.uv.cl/a-pesar-de-los-genes-una-vida-activa-le-pone-freno-a-la-demencia-temprana/